Cuando tu afición pasa a ser tu trabajo hay cosas que das por supuestas y que se meten en tu día a día, como es el no tener esa sensación de no tener ganas de trabajar o de que por muchas horas que inviertas en ello no acabas desmotivado.
Sin embargo aunque uno trabaje en algo que le apasione hay veces en los que el lado negativo surge y, si bien no puedo quejarme de lo que hago en mi día a día, sí que he tenido a bien contaros de forma muy breve los inconvenientes de cambiar de móvil cada pocos días.
Llevo usando móviles desde 1998 y smartphones desde 2003. La primera cesión me la hizo Nokia con el Nokia N93i, un móvil que me encantó. Desde entonces he analizado cientos de terminales, y sólo en 205 la cifra alcanza casi el medio centenar.
Recuerdo cuando cambiaba de móvil porque lo necesitaba o quería, por capricho o ventaja, pero era algo que hacía cada año o poco menos. Ahora el ritmo es de aproximadamente uno a la semana aunque obviamente no son móviles propios, sino cesiones temporales.
Recuerdo mi primer análisis, un Nokia N93i
¿Tenéis en la mente esa sensación de tener que formatear un móvil, instalar las apps, poner el usuario, la contraseña, mirar cómo es la configuración de la cámara, los parámetros de la pantalla…? Pues multiplicadla por dos a la semana y sed bienvenidos a mi vida.
Obviamente no me quejo de mi trabajo como tal, lo disfruto, pero es cierto que salir a hacer fotos por amor al arte es algo que no hago desde hace muchísimo tiempo, ahora es siempre para probar una cámara, cuando escucho podcast estoy pendiente de la calidad del sonido, cuando cargo el móvil de la velocidad a la que lo hace y cuando lo conecto a un Wifi de si el drenaje del DCHP será un problema.
En este vídeo os resumo el día a día.
